Finalmente voy a tener que abrir una categoría en el blog dedicada exclusivamente a Miguel Ángel Buonarroti, ya que cada poco está protagonizando una curistoria. Según dejaron escrito los críticos y biógrafos de su época, su mejor trabajo no fue el genial David ni el apabullante mural de la Capilla Sixtina, sino un cuadro suyo que no ha llegado hasta nuestros días. Realmente es imposible que hubiera llegado en cualquier caso.
La batalla de Cascina, que así se titulaba la obra, se ha perdido, pero nos quedan las crónicas y algún cartón de preparación. Según Benvenuto Cellini: “Aunque el divino Miguel Ángel, más adelante, llevó a cabo la magna obra de la capilla del papa Julio, su talento nunca volvió a alcanzar ni siquiera la mitad del nivel de perfección que logró con este cuadro”.
Vasari, en su “Vidas ejemplares”, decía que “todos los artistas que vieron el cartón quedaron subyugados y admirados”. En realidad la obra de la que hablan nunca se llegó a realizar pero Miguel Ángel sí hizo los cartones de preparación. Parte de estos se acabó perdiendo y sólo se conservan algunas copias parciales.
Desde luego, si los contemporáneos de Buonarroti consideraban la batalla de Cascina como la obra suprema del artista, por encima del David, debía ser una auténtica maravilla. Cuántas de ellas se han perdido en la historia.
Vasari, en su “Vidas ejemplares”, decía que “todos los artistas que vieron el cartón quedaron subyugados y admirados”. En realidad la obra de la que hablan nunca se llegó a realizar pero Miguel Ángel sí hizo los cartones de preparación. Parte de estos se acabó perdiendo y sólo se conservan algunas copias parciales.
Desde luego, si los contemporáneos de Buonarroti consideraban la batalla de Cascina como la obra suprema del artista, por encima del David, debía ser una auténtica maravilla. Cuántas de ellas se han perdido en la historia.