El café. Pierre Bonnard (S. XX. Nabis. Francia)
Café. Pierre Bonnard
Mujer y sombrero. André Konh (S. XXI. Impresionismo Figurativo. Rusia)
En el café. Pierre Auguste Renoir (S. XIX. Impresionismo. Francia)
Bajo el árbol dela pimienta. Gehring Cressey (S. XX. Impresionismo. Norteamérica)
Mujer joven. Alexander Deineka (S. XX. Rusia)
Salida reticente. Michele Stapley (S. XXI. Norteamérica)
Familia. John Koch (S. XX. Realismo Contemporáneo. Norteamérica)
Mujer con una taza de café. Édouard Vuillard
Mujer con taza de café. Édouard Vuillard (S. XX. Nabis. Francia)
El café. Vincent Van Gogh (S. XX. Postimpresionismo. Holanda)
Café en el tren. Belinda del Pesco (S. XXI. Norteamérica)
Café. Fernando Botero (S. XXI. Colombia)
Confidencias. Mark Thompson (S. XX. Realismo Contemporáneo. Norteamérica)
Playa de las Maças. José Malhoa (S. XIX. Impresionismo. Portugal)
La tarea. Charles L. Peterson (S. XX. Norteamérica)
Santa Rufina. Diego Velázquez (S. XVII.Barroco. España)
Hemos elegido esta obra porque Santa Rufina porta una taza para el café, con una imagen muy próxima y de gran simplicidad. Los rasgos humildes de la joven, pintados con un realismo contundente propio del estilo de Velázquez, sugieren que la obra fue pintada al vivo y puede que tenga algún parecido con el de una de las hijas del pintor, o Francisca o Ignacia, cuyas edades rondarían los 12 y 14 años cuando el lienzo se pintó a principios de la década de 1630.
Justa y Rufina, hermanas carnales, nacieron en Sevilla en una familia muy modesta con firmes convicciones cristianas. Se dedicaban al oficio de alfareras. Vivieron en la época del Imperio Romano, y sufrieron martirio por negarse a abandonar sus crencias cristianas.
Santa Rufina se representa con la palma del martirio, y con una taza de loza alusiva a su oficio de alfarera.
Hemos elegido esta obra porque Santa Rufina porta una taza para el café, con una imagen muy próxima y de gran simplicidad. Los rasgos humildes de la joven, pintados con un realismo contundente propio del estilo de Velázquez, sugieren que la obra fue pintada al vivo y puede que tenga algún parecido con el de una de las hijas del pintor, o Francisca o Ignacia, cuyas edades rondarían los 12 y 14 años cuando el lienzo se pintó a principios de la década de 1630.
Justa y Rufina, hermanas carnales, nacieron en Sevilla en una familia muy modesta con firmes convicciones cristianas. Se dedicaban al oficio de alfareras. Vivieron en la época del Imperio Romano, y sufrieron martirio por negarse a abandonar sus crencias cristianas.
Santa Rufina se representa con la palma del martirio, y con una taza de loza alusiva a su oficio de alfarera.